(Genesis 22:1-19)
Tenia la vida perfecta que todo hombre en su época deseaba tener. Era rico, líder tribal, con criados y muchos camellos. Su vida no se completo hasta que su hijo nació. Desde que vio a ese pequeño creció ese entrañable amor de padre. Algo que por años había anhelado y ahora a sus noventa y nueve años se había hecho realidad. Ese bebe era su orgullo,
su pasión, su felicidad y su encanto. Ese pequeño cuyos chillidos le sonaban como música a su padre, un padre que por años confío en la promesa de su Dios que le daria un hijo y que nunca dudo que llegaría.
Tenia la vida perfecta que todo hombre en su época deseaba tener. Era rico, líder tribal, con criados y muchos camellos. Su vida no se completo hasta que su hijo nació. Desde que vio a ese pequeño creció ese entrañable amor de padre. Algo que por años había anhelado y ahora a sus noventa y nueve años se había hecho realidad. Ese bebe era su orgullo,
su pasión, su felicidad y su encanto. Ese pequeño cuyos chillidos le sonaban como música a su padre, un padre que por años confío en la promesa de su Dios que le daria un hijo y que nunca dudo que llegaría.
Ahora casi en la adolescencia enfrenta al reto mas grande que jamás Abraham había experimentado. Su Dios le pedía un sacrificio distinto a lo que el estaba acostumbrado. No pidió una oveja, un carnero, un becerro u otra criatura. Dios le pedía que sacrificara a su propio y único hijo. Que paso por la cabeza de Abraham? Pudo haber pensado lo siguiente, “me promete un hijo, no me lo da hasta que casi cumplo mi primer siglo de vida, me lo presta unos años y ahorra me lo pide como sacrificio”. Independientemente de lo que hubiera pasado por su cabeza, Abraham no pensó dos veces y tal como se le había instruido emprendió su viaje con su hijo y criados, tomando con el las provisiones necesarias para el sacrificios.
Tres días de camino que bien pudieron ser los peores que hubiera vivido Abraham. Cada paso que daban era un paso mas cerca de la muerte de su hijo. Quizás Abraham trato de aprovechar cada segundo con su hijo Isaac. Compartieron historias y entre risas y alegrías había una profunda pero secreta angustia en Abraham al saber que esa relación de padre a hijo estaba a punto de llegar a su fin. Isaac ya sabia la rutina del sacrificio, lo que no sabia es que en esta ocasión la ofrenda era el mismo. Hasta el ultimo segundo Abraham cumplió con las instrucciones que Dios le había dado y justo al alzar su mano empuñada con un cuchillo, cuando el Ángel del Señor le llamo y el plan cambio.
Para algunos esta prueba pudiera ser la mas dura e injusta que Dios haya dado. Pero mas que una prueba de fe Dios volvería a pedir el sacrifico de otro hijo de Abraham. No fueron 3 días sin casi tres mil años y 42 generaciones después cuando otro descendiente de Abraham seria sacrificado no para probar obediencia sino para redimir el pecado de la humanidad. En esta ocasión no solo Abraham perdía un hijo de carne sino que Dios mismo sacrificaba a su único hijo para redimir al hombre.
Juan 3:16
Porque tanto amó Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito, para
que todo el que cree en él no se pierda, sino que tenga vida eternal.
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